Cada vez me preocupa más que personalidades públicas y mediáticas incurran con descaro en ideas falaces y tergiversadas, y manipulen con ellas la realidad y a la sociedad. Es más, me genera desconcierto y temor que representantes políticos como Carmen Calvo, a quien hace unas semanas le hicieron una entrevista, reduzcan los problemas sociopolíticos a una cuestión tan manida como es el machismo.
Aunque en nuestra sociedad haya expresiones machistas, ello no significa que todo su producto lo sea. Así ignoran, diluyen y difuminan las razones, motivaciones y factores que confluyen en los diferentes malestares de la sociedad. Pero, ¿qué obtienen con ello? En la citada entrevista, Carmen Calvo vertía las siguientes ideas y opiniones con las que disiento.
La violencia contra las mujeres es “el principal problema de España”
De este tema ya hablé en otro artículo, donde explicaba que nuestra tasa de homicidios es muy reducida (la segunda más baja de la Unión Europea) y ocupamos las últimas posiciones en la clasificación internacional sobre violencia en general y sobre violencia contra la mujer en particular. Resultados que se repiten año tras año. Además, la denominada violencia de género permanece estable a lo largo de las últimas décadas en lo referido a muertes (60-70 casos anuales desde 1999).
Entonces, ¿por qué insisten en que la violencia contra la mujer es el principal problema? Quizá porque se lucran fomentando esa idea. De todos modos, deberían obervar los datos del CIS para ver que los 3 problemas que más preocupan son el desempleo (62,3%), la corrupción y el fraude (38,3%) y la política en general (27,4%). Si no les convence la gravedad de esos problemas pueden centrarse en fomentar las investigaciones, pues en los últimos 10 años han muerto 1.100.000 personas por causas relacionadas con el cáncer, por ejemplo.
El caso de «la Manada» y la “justicia social»
Carmen Calvo dice que el tribunal erró en la interpretación y que con los hechos podrían haberlo considerado como una violación. Francamente, ver como políticos y otros responsables condenan la decisión del tribunal me genera malestar y me preocupa. Que representantes políticos afeen la labor de los jueces es una muestra de la decadencia social que vivimos.
Que responsables políticos afeen la labor de los jueces es una muestra de la decadencia social que vivimos
Conviene recordar que los juicios los gana quien puede probar que tiene razón. Los jueces valoran las pruebas con garantías (tienen que explicar y razonar su valoración, por ejemplo) y resuelven el problema aplicando la ley al caso. Concretamente, en el caso de la Manada los jueces creyeron a la víctima. Consideraron probada su versión. La polémica vino no por los hechos sino por el derecho (la norma aplicada): abuso y no agresión. De este modo, la turba social y representantes públicos, junto con movimientos feministas, han vociferado el “no es abuso es violación”. Claro, puedo comprender que los ciudadanos no entiendan las diferencias jurídicas entre abuso y agresión sexual, pero que políticos, medios de comunicación e incluso jueces/fiscales incurran en esa idea me preocupa.
En el Código Penal no existe el delito de violación, sino que existen delitos contra la libertad sexual. Delitos como pueden ser la agresión y el abuso sexual y ambos con o sin penetración. En el lenguaje coloquial se habla de violación tal y como recoge la RAE: delito consistente en violar (tener acceso carnal con alguien en contra de su voluntad) y eso se contempla tanto en el abuso como en la agresión. En el caso de «la Manada», los jueces consideraron probada la penetración y lo que entendieron es que en esa violación hubo prevalimiento y no intimidación. Es algo que lo precisan minuciosamente durante toda la sentencia. Toda una discusión jurídica elaborada y que Guadalupe Sánchez Baena explicó detalladamente en Disidentia.
Por ello, que alguien como Carmen Calvo diga que “se trata de trasladar a lo jurídico y lo técnico lo que los ciudadanos han podido concluir leyendo la sentencia” es como poco vergonzoso. Pues dudo que la ciudadanía haya leído la sentencia y, más aun, dudo que hayan comprendido los hechos expuestos en su contexto y complejidad. Es más, decir eso una imagen pública y política como ella es peligroso pues incita a la turba a tomarse la justicia por su cuenta.
Claro, “tenemos derecho a no entender y manifestar nuestro desacuerdo frente a los 3 poderes del Estado”, pero una cosa es manifestar la discrepancia y la ignorancia y otra muy distinta organizar linchamientos populares y revueltas frente a los tribunales, difundir datos del juez que emitió el voto particular junto a mensajes del tipo “sin piernas ni brazos machista a pedazos” o poner en duda su criterio y profesionalidad con afirmaciones del tipo “ha tenido 2 expedientes disciplinarios y uno muy grave”. Sembrando así la duda en la sociedad.
Animar a ir contra los jueces pone en riesgo todo el Estado de Derecho. Se puede criticar la sentencia y también recurrirla, pero linchar a los jueces es contraproducente e innecesario. Si queremos cambiar las leyes pidámoslo a los legisladores que, curiosamente, son los políticos que se encuentran en las Cortes Generales.
A vueltas con la brecha salarial
El estadístico Antonio Azorín dijo que “conceptos ambiguos siempre dan lugar a medidas incorrectas” y eso nos ocurre con el concepto de brecha salarial de género.
Desde 1980 es ilegal retribuir diferente a hombres y mujeres por el mismo empleo. Entonces, ¿qué es lo que ocurre? Pasa que cuando se habla de esa supuesta brecha lo que se cita es una diferencia de sueldos no ajustada, es decir, se suma lo que ganan los hombres y lo que gana las mujeres de media y se observa que las mujeres ganas menos. Dicho de otro modo, en promedio los hombres ganan más que las mujeres, pero no porque les paguen más por el mismo puesto sino porque están en puestos con salarios relativamente más altos frente a las mujeres que están en puestos con salarios relativamente más bajos. Así lo que existe es un mero efecto estadístico.
No voy a negar que hay empresas que pagan pluses que pueden dar pie a creer en esa brecha salarial ante la misma función laboral. Uno de esos pluses es el denominado Compensación por Productividad y no, misma función no es mismo trabajo. Al hecho que las mujeres escogen profesiones con salarios más bajos, hay que tener en cuenta también aspectos como que las mujeres trabajan menos horas o escogen profesiones menos peligrosas, tal y como explica Pablo Malo en su artículo.
Quizá los diferentes estamentos sociopolíticos insisten en esta brecha porque necesitan justificar la creación de un Observatorio de Igualdad, otra forma más de lucrarse. De todos modos, puestos a preocuparnos, ¿por qué no hacerlo por la brecha laboral en relación con las muertes por accidente laboral?
Hablemos de pornografía
En las últimas semanas y a colación del caso de «la Manada», en las redes sociales y debates televisivos se ha hablado de la supuesta relación entre el consumo de pornografía y la trivialización de las violaciones. Personajes como Carmen Calvo o Elisa Beni han afirmado con rotundidad que en la pornografía “todos los estereotipos son machistas” o que los niños reproducen literalmente lo que ven en la pornografía que consumen por una “falta de educación sexual”.
Sin embargo, la relación entre pornografía y agresiones sexuales nunca ha sido probada. Es más, las publicaciones que defienden esa correlación son poco concluyentes y vagas en datos, además de que se mueven en el terreno hipotético. Por su parte, los estudios que tienen en cuenta el impacto de la pornografía en grandes masas demográficas concluyen que la presencia/disponibilidad de la pornografía violenta no incrementa los delitos sexuales, sino que incluso a mayor presencia de pornografía, menos violencia sexual.
Decir que “lo que se consume son estereotipos machistas” es nuevamente definir el todo por la parte. Es obviar datos tan reveladores como que las mujeres consumen más porno relacionado con “sexo duro” y “gang bangs”. Si usásemos la misma dialéctica que los detractores de la pornografía, entonces ¿deberíamos preocuparnos porque las mujeres empiecen a participar en delitos sexuales? De todo esto, Un Tío Blanco Hetero habla en su video “Porno y poder femenino”, además de cómo se está intentando acabar con la erótica alrededor del cuerpo de la mujer. Decadencia del erotismo de la que hablé también en torno a las políticas de género.
La idea de que hay una carencia de educación sexual permite a los dirigentes politizar la sexualidad desde las escuelas
En lo que respecta a esa idea de que falta educación sexual me genera inquietud. Pues con esa supuesta carencia los políticos se empeñan en politizar la sexualidad desde las escuelas. Algo que ya se deja caer en el Pacto de Estado en materia de Violencia de Género.
Personal y profesionalmente soy contraria a educar en sexualidad. Considero que lo único que se necesita enseñar es a conocerse a uno mismo, a cuidarse para también saber cuidar al otro. Enseñar desde casa, no en los colegios. El resto de la sexualidad y el erotismo son un aprendizaje personal e intransferible que debe asentarse en la idea de que el sexo entre adultos es legítimo siempre que esté consensuado y no se vulnere la integridad física y emocional de ninguno de los participantes.
Uno no puede ser manada, pero sí turba
Vivimos en una sociedad que está dominada por el pensamiento hegemónico hasta tal extremo que no somos capaces de concebir alternativas a los criterios impuestos por el poder. Toda una muestra de coerción que se apoya en prejuicios sobre las personas por pertenecer a un colectivo del que se conocen algunos datos en promedio. Toda una obscenidad que hace mucho daño.
Sin duda, la entrevista a Carmen Calvo es una buena muestra de lo mal que se puede analizar las estadísticas, del poco rigor informativo y del triunfo, espero que no definitivo, de lo políticamente correcto sobre la razón y la verdad.
Foto Charlotte Cooper
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